LE DECLARÓ LA GUERRA A LA ARGENTINA Y CHILE
El diario Clarín le dedicó un suplemento en la edición del domingo sobre Jones
Huala. Nació en Bariloche. Tiene 31 años. Chile reclama su extradición para
juzgarlo por terrorismo. Está libre y se oculta en campos tomados a Benetton.
Lo defiende la abogada de Milagro Sala.
“Yo no tengo nada que ver, cumpa, con lo que se dice de mí;
yo soy una víctima del blanco”, dijo Facundo Jones Huala cuando atendió un
llamado de Clarín a mediados del año pasado, mientras permanecía detenido en
una cárcel destemplada de Esquel. Había caído preso por ocupar tierras de
Benetton en Chubut y esperaba que se definieran dos cosas: el proceso por la
toma de esos campos y un pedido de extradición del Gobierno chileno, que lo
acusa de terrorismo, tenencia de arma de fuego, incendio de propiedad con
habitantes adentro y violación de la ley de extranjería.
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Esquel Chubut 29-5-16Jones Huala (centro) cuando fuera
detenido y liberado se lo quería extraditar a Chile. En la foto audienciaFoto
Diario Jornada - FTP CLARIN jones huala.jpg Z DFeldman feldman
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Se definió todo a favor del mapuche: el juez federal de
Esquel, Guillermo Otranto, le dictó la falta de mérito por la toma de tierras y
declaró nulo el pedido de Chile. Sostuvo que el arresto de Jones Huala había
sido irregular y ordenó liberarlo. El gobernador de Chubut, Mario Das Neves,
que considera a Jones Huala un guerrillero, pidió el juicio político del
magistrado. El mapuche de vincha y poncho, en tanto, salió a la calle, enfrentó
a la prensa y dijo: “Vamos a defender nuestras tierras de las mineras,
petroleras e hidroeléctricas y vamos a expulsar a todos los terratenientes que
nos mantuvieron en la miseria durante años. Del alambre para adentro solo habrá
justicia ancestral”. Lo acompañaba su abogada, Elizabeth Gómez Alcorta, quien
también asiste a la líder del movimiento Tupac Amaru, Milagro Sala, presa desde
hace un año en Jujuy.
Fuentes de Cancillería aseguran que por el rechazo de la
extradición, apelado y ahora bajo análisis en la Corte Suprema, hubo quejas de
la diplomacia trasandina. Otro dato: desde la Secretaría de Seguridad Interior,
que comanda Gerardo Millman, ya habían aconsejado que enviaran al mapuche a
Chile para que fuera juzgado porque intuían que si el verano llegaba con Jones
Huala entre la estepa y las montañas podía venirse algo pesado. Y fue lo que
pasó.
El Weichafé Jones Huala tiene mirada de águila. Nació en
Bariloche en 1986. Es hijo de un granjero inglés y una activista indígena. Fue
educado sobre la idea del despojo, sobre el concepto del aborigen desterrado
que debe luchar para recuperar los territorios que les fueron quitados a sus
ancestros. Se considera a sí mismo un Weichafé (Guerrero) y sus enemigos, dice,
son los huincas (blancos) capitalistas. Algunos lo definen como un anarquista.
Pero el grueso del colectivo mapuche, que habita las provincias de Neuquén,
Chubut y Río Negro, ha manifestado en varias oportunidades que no comulga con
sus métodos de acción y reclamo.
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Francisco Facundo Jones Huala fue autorizado a realizar una ceremonia
ancestral en la cárcel donde está alojado, en Esquel.
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Según publicaciones indígenas, llegó a Chille por primera
vez en busca de medicina tradicional. Estaba siendo tratado por una machi
(curandera) cuando le declaró una “guerra de fuego” a la Argentina y Chile.
Acto seguido, fundó la agrupación Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), una
fracción que promueve la lucha armada para forjar una nación mapuche en la
Patagonia.
Detuvieron a Jones HualaSe trata del argentino acusado de
incendiar estancias y bosques en Chile, además episodios similares en nuestro
país Tenía pedido internacional de captura por fugarse mientras cumplía una
condena Estaba en un campo tomado en Leleque Está alojado en una comisaría de
Esquel feldman Facundo Jones Huala capturaron al activista mapuche argentino
acusado de incendiar estancias y bosques sospechoso de ataques incendiarios
En 2013, comenzó su historia de fugas. Escapó de la casa
donde cumplía arresto domiciliario tras ser condenado por haber incendiado una
estancia en Valdivia. Se dice que después de intentar prender fuego a un
carabinero, cruzó los Andes a pie y recaló en la Argentina, en una zona de ríos
y montañas que mueren en la estepa deshabitada. Al poco tiempo, los RAM
empezaron con sus ataques.
Escalada de fuego A través de comunicados en redes sociales,
otro de sus campos de acción ideológica, la agrupación RAM se ha adjudicado
casi todos los hechos por los que enfrentan denuncias en la Justicia.
“Tirales nafta hasta
dos metros de distancia. Que no les llegue el fuego pero que se asusten tanto
que no se atrevan a denunciarnos”. Esa fue la orden que Jones Huala dio hace
dos años a uno de sus cómplices la noche en que quemaron el refugio Neumeyer,
en el Parque Nacional Nahuel Huapi. Los dos hombres a los que querían asustar
eran empleados del lugar y los dejaron atados a los árboles. También quemaron
maquinaria vial. Sostenían que toda esa tierra les correspondía.
Las incursiones violentas siguieron en las estancias de la
Compañía de Tierras Sud Argentino Limitado, propiedad de Benetton. Los RAM
enfrentan denuncias de todo tipo por provocar más de una decena de incendios,
robar ganado y atentar con armas de fuego contra empleados -mapuches, a la
sazón- de la misma empresa. También atacaron maquinaria perteneciente al amigo
del presidente Macri en El Bolsón, el magnate Joe Lewis. Y se investiga el
hallazgo de un cinturón con explosivos cerca de una represa de la zona.
Pero, sin discriminación alguna, acometieron también contra
civiles comunes y corrientes, trabajadores sorprendidos en medio de la
inmensidad inhóspita. En diciembre de 2014, en medio de la noche cerrada, tres
encapuchados dotados con bombas molotov frenaron un camión que venía por la
ruta 40, hicieron bajar al chofer Luis Rastellini y prendieron fuego el
vehículo. Otro camión que venía detrás, logró pegar la vuelta y escapar mientras
le tiraban con las bombas incendiarias. Rastellini tuvo que ser atendido por
los golpes que le dieron. Tiempo después, señaló que los agresores se
manifestaron como pertenecientes a “Resistencia Mapuche”.
El 3 de octubre de 2015, cinco encapuchados entraron
rompiendo las ventanas a la casa de un puestero de una de las estancias de
Benetton. El hombre descansaba junto a su esposa y sus tres hijos. Los
amenazaron con armas de fuego y al empleado le pidieron que saliera de la casa.
Lo hicieron caminar hasta un río helado y lo obligaron a meterse al agua
durante horas, mientras le disparaban cerca. Robaron celulares, rompieron el
equipo de VHF que utilizaba la víctima para comunicarse y destruyeron las
cubiertas de su vehículo, para que no pudiera pedir ayuda.
En noviembre pasado, tres hombres armados irrumpieron de
madrugada en las instalaciones de una empresa productora de frutillas. Los
atendió un sereno, a quien le pidieron que se vaya “o lo matamos”. Le dijeron
que iban a destruir los galpones porque esa actividad estaba contaminando la
tierra y se identificaron como “Resistencia contra la contaminación”. Quemaron
por completo un galpón con maquinaria agrícola. El dueño de la firma, Luis
Loncón, apellido mapuche también, está convencido de que en ese grupo estaba
Jones Huala.
Fuentes del ministerio de seguridad explicaron a Clarín que
tienen probado que los RAM reciben financiamiento internacional a través de
fundaciones y ONG’s. Afirman que durante el kirchnerismo, el ex titular de la
AFI, Oscar Parrili -oriundo de San Martín de los Andes-, les habría
proporcionado respaldo político y económico a este tipo de agrupaciones. Y que
recibieron millones de pesos a través del Instituto de Asuntos Indígenas e
incluso de la Fundación Madres de Plaza de Mayo. Todo eso se cortó con el
cambio de Gobierno y esa sería una de las razones por las que recrudecieron los
actos vandálicos este verano. También les preocupa un supuesto vínculo con ex
milicianos kurdos, que ingresaron legalmente al país desde Europa y se
reunieron con ellos en el Sur. “Lo tenemos chequeado: uno de esos kurdos tiene
ciudadanía alemana, pasó por la facultad de ciencias exactas de la UBA, donde
realizó proclamas de lucha armada. De la misma manera, se secuestró en poder de
Huala, cuando fue detenido, material vinculado al grupo ETA, panfletos y
manuales de acción”, explica un funcionario de Ministerio de Seguridad.
El kurdo con pasaporte alemán visitó a Jones Huala en la
cárcel de Esquel en junio del año pasado, cuando sucedió un hecho inédito en la
historia penitenciaria argentina. Estando preso, Huala pidió autorización para
realizar un ritual mapuche en el patio carcelario. La celebración se llama We
Tripantu. Es la fiesta del solsticio de invierno austral. Se trata de una noche
sagrada en la que se abona la tierra con ofrendas y cantos a la espera de un
buen año. Huala consiguió que 80 personas, incluso munidas de cuchillos que se
levantaron al cielo, entraran al penal para llevar adelante el ritual que él
mismo presidió, ante la mirada atónita de las autoridades.
La ocupación Tras recuperar la libertad, Jones Huala se
refugió en otro territorio tomado por su clan a Benetton en la zona de Colonia
Cushamen (ver aparte). Tierra de viento y álamos. La ocupación lleva más de 15
meses. El mismo gobernador Das Neves, que denunció al grupo por sedición,
afirma que desde allí los RAM organizan sus incursiones. “¿Cómo puede ser que
un tipo diga después de ser liberado, ‘Si quieren sangre va a haber sangre’?”,
se pregunta Das Neves. “Hay que proteger a la gente, a los trabajadores, ya
pedimos que echen al juez que liberó a este tipo, que es un guerrillero”,
afirma el gobernador, que viene de semanas calientes. Después de presionar y
presionar, hace diez días, consiguió que el mismo juez Otranto emitiera la
orden de desalojo del corte prolongado que los RAM mantenían sobre las vías del
Viejo Expreso Patagónico, la famosa Trochita. Impedían que las formaciones
pudieran llegar hasta los talleres donde, con frecuencia, deben ser reparadas
por su antigüedad. Perjudicaban desde este modo a miles de trabajadores
mapuches que dependen del funcionamiento turístico del tren.
El desalojo terminó con palazos, piedras y balas de goma. La
Iglesia y Amnistía repudiaron los hechos. En redes sociales, se difundió como
una violenta represión de la policía de Chubut contra inocentes indígenas.
Circularon imágenes confusas y audios difundidos por whatssap en los que
militantes mapuches decían que la policía golpeaba a mujeres y niños. Un
diputado kirchnerista llegó a difundir fotos falsas de una represión cometida
en Chile.
Desde la Secretaría de Seguridad afirman que la policía de
Chubut avanzó sin armas de fuego y que los que abrieron fuego fueron los mismo
manifestantes. “Están armados”, insisten. El saldo fue de tres activistas
detenidos, tres gendarmes heridos y una agente de la policía de Chubut con
conmoción cerebral. Los detenidos fueron identificados como Ricardo Antihuel,
Ariel Mariota Garzi y Nicolás Hala, pertenecientes al RAM Jones Huala.
Conducían un automóvil que encerró a un móvil de Gendarmería que circulaba
sobre la ruta 40. Mostraban su temeridad, su capacidad de reacción cuando algo
se les viene encima. Y que están dispuestos a pelear todavía más. Jones Huala,
desde entonces, no ha vuelto a aparecer. Pero en la Cordillera casi todos saben
que más temprano que tarde intentará hacer oír su grito de lucha una vez más.
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