CRISIS DE IDENTIDAD EN LA ERA DE LA
PARA-POLÍTICA
Partidos rionegrinos a la búsqueda de candidatos. La falsa
antinomia provincialización o grieta. Sartor, a dos puntas.
Si se toma como dato de contexto para el análisis que, por
ejemplo, en Francia, casi el 20 por ciento de los votantes del insumiso Mélenchon
acompañarán a la fascista Le Pen en la segunda vuelta; es entendible cualquier
dato que reafirme el triunfo de la para-política en Río Negro.
La para-política, para Slavoj Zizek (“En defensa de la
Intolerancia”) es “el intento de despolitizar la política: se acepta el
conflicto político pero se reformula como una competición entre partidos o
actores autorizados que, dentro del espacio de la representatividad, aspiran a
ocupar (temporalmente) el Poder Ejecutivo”.
Despolitizada la política, entonces, a caballo de la falsa
antinomia “provincialización o grieta” que pretende imponer el “albertismo”
rionegrino, la pre-campaña electoral propone datos y fotos impensados en otro
contexto.
Hijo directo de la capacidad de acumulación de poder del
modelo radical en Río Negro, Alberto Weretilneck parecía, hasta hace un año,
mover las fichas cinco jugadas ante que el resto: conocer de antemano el
movimiento del adversario, anticiparse, crear las condiciones para que todos
jueguen según las reglas del juego que imponía. Pero desde 2016 dos hechos lo
pusieron en el nivel del resto de los mortales-políticos rionegrinos: la crisis
financiera desnudó los desmanejos y errores de la gestión; y el asesinato del
policía Lucas Muñoz sobreexpuso su debilidad o complicidad con una estructura
policíaca-delictiva que, en Bariloche, fue capaz de mantener secuestrado
durante 25 días y asesinar a un hombre de la fuerza.
Weretilneck desangelado debe bajar al terreno de la disputa
electoral, y apuesta, una vez más, a entremezclar los ámbitos institucional y
político para sacar rédito a favor de su proyecto: el endeudamiento en dólares
más importante de la historia de la Provincia (Plan Castello), para la puesta
en marcha de obras que le permitan mostrar gestión y conquistar intendentes con
poder territorial.
Pero el albertismo no tiene fácil la resolución de la
elección de candidatos de Juntos Somos Río Negro (JSRN). Después de su propia
figura -que mantiene altos índices de imagen positiva en la Provincia-, sólo el
vicegobernador Pedro Pesatti tiene algo de peso propio. Víctima, también él, de
la política albertista de no dejar crecer nada alrededor, Pesatti se debate
entre asumir el rol de futuro candidato a Diputado Nacional o recostarse en la
comodidad que implica mantener su lugar al frente del Parlamento.
Por de pronto, Pesatti jugó a dos bandas para bajar el nivel
de exposición que había tomado la relación entre Weretilneck y el macrismo.
Habló en público de trazar una alianza con la Senadora Magdalena Odarda (Frente
Progresista), y de recordar con emoción la gestión y figura del ex Presidente
Néstor Kirchner. Como respuesta, Weretilneck descartó sumar a Odarda, pero
sobreactuó un distanciamiento de la alianza Cambiemos.
Weretilneck volvió así a su construcción favorita: “Ni Cambiemos
ni kirchnerismo; somos la única opción verdaderamente provincial”. ¿Qué
significa en términos ideológicos esa formulación?, ¿y qué en prioridades de
gestión?. Nada, en el contexto de la para-política, que domina el campo de la
disputa electoral en Río Negro.
El otro posible candidato, Alejandro Palmieri, es elegido
para pelear territorio roquense a los Soria. En el esquema de Juntos Somos Río
Negro, la procedencia geográfica es su principal atributo, para meter una cuña
en el poder sorista.
Martín y María Emilia Soria tampoco tienen sencillo el
camino para la definición de las candidaturas. La labilidad ideológica
demostrada les permite dudar (y coquetear) tanto con los sectores más
kirchneristas del arco del FpV rionegrino, como con el pichettismo residual.
Así, a María Emilia Soria podrían acompañarla en la fórmula
dirigentes vinculados con el proyecto de Néstor Kirchner y Cristina Fernández
como el viedmense Mario Sabbatella o el barilochense Ramón Chiocconi; o, en la
otra vereda, el sanantoniense Javier Iud.
Luego de la foto de los Soria con Sergio Massa, todo es
posible. La estrategia sorista de abrir el juego al referente del Frente
Renovador produjo grietas con el kirchnerismo provincial, pero le valió el
espaldarazo de los sectores del PJ rionegrino que creen que debe ampliarse la
base de alianzas para ganarle a Juntos Somos Río Negro.
La representación geográfica también implica un desafío para
el conductor del PJ. Sabe que un importante sector de Viedma es reactiva al
apellido Soria, y sumar a Sabbatella podría sumarle votos hoy inesperados. En
cambio, Bariloche ha demostrado más fidelidad al Frente para la Victoria,
aunque siempre en su versión más kirchnerista: no incluir a alguien de la
ciudad e identificado con el “proyecto nacional y popular” podría suponer una
merma electoral.
En tanto, la ratificación de la alianza Cambiemos en la
Provincia anticipa la más interesante de las disputas en las Primarias,
Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de este año en Río Negro.
El PRO -bajo intervención- busca pasar de la etapa de
construcción tipo franquicia, que lo caracterizó hasta hace un par de meses, a
una forma de acumulación con base en los Intendentes conversos (provenientes de
la UCR algunos, del vecinalismo otros). Le suma las gestiones que, como nexos
con la Casa Rosada, pueden mostrar el Diputado Nacional Sergio Wisky, y fundamentalmente
el referente del ministerio del Interior, Juan Martín.
La candidatura a Diputado Nacional podría recaer en un
barilochense -una de las opciones es Sergio Capozzi, de la Fundación Pensar- o
en un extrapartidario con influencia en el Alto Valle. Esta última opción se
encuentra limitada por el negativo impacto de las políticas nacionales en el
área productiva. ¿Quién asumirá el costo de representar al Gobierno nacional
ante las golpeadas economías regionales?, se preguntan puertas adentro del Pro.
Otra alternativa es ir por una candidatura “pura”: Juan Martín asoma como
posibilidad si esa es la definición.
Bajo el mismo paraguas de Cambiemos, el radicalismo sueña
con recuperar el terreno electoral perdido. El partido a nivel provincial
concretará durante mayo el viraje institucional final hacia la derecha -durante
su Convención-, y aprobará la conformación de la alianza con el Pro. Si no
acuerda una fórmula con sus nuevos socios. irá con candidatos propios, aunque
nadie asoma hoy con un liderazgo sobresaliente, que lo ponga por sobre el resto
de los potenciales postulantes.
Finalmente, toda una definición de la para-política
rionegrina, la constituye la presencia de Daniel Sartor en el armado de dos de
las fuerzas políticas en la Provincia. Así como es innegable su influencia en
la estrategia provincialista de Weretilneck; al mismo tiempo aporta con mayor
grado de visibilidad en el armado de Cambiemos en Río Negro.
Para muchos fue una sorpresa verlo en una foto junto al
interventor del Pro en la Provincia, además de dirigentes de la fuerza del
Presidente Macri y el radicalismo rionegrino. No hubo sorpresa para quienes
participan de la “competición (...) dentro del espacio de la representatividad”
y “aspiran a ocupar (temporalmente) el Poder Ejecutivo”, según Zizek.
Desde la constitución misma del “albertismo”, es decir desde
la participación de Weretilneck como compañero de fórmula de Carlos Soria, en
2011, Sartor formó parte de los espacios de decisión clave en ese sector.
El mensaje esquizofrénico que la sociedad rionegrina aún no
procesó, es que mientras el mensaje sorista apuntaba a “echar del poder
provincial a Sartor y sus cómplices”; dentro del Caballo de Troya de la fórmula
del FpV se escondía un actor del núcleo duro del sartorismo: Weretilneck, un
hijo dilecto.
Así, “despolitizada la política”, la elección en Río Negro
toma las formas que sus dirigentes envestidos de representatividad le otorgan.
La mayoría de las veces, alejadas de las necesidades sin representación de la
ciudadanía.
Fuente: Enestosdias.com.ar
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