VULNERABLES. ADN
Martín Soria derribó el mito sobre la imbatibilidad
electoral del oficialismo. Lo relegó al tercer lugar en las PASO y provocó un
vendaval hacia adentro del gobierno que, aún, está desconcertado y buscando la
salida. Después de unos días de impasse, volverá la campaña rumbo a octubre
donde se definirán los nombres de quienes ocupen las dos bancas en el Congreso
de la Nación.
¿Qué ocurrió? ¿Cómo piensan los partidos que será lo que
viene?.
El presidente de PJ se erigió como el gran ganador de estas
elecciones. Apostó a su estrategia y se mantuvo a pesar de los temblores
internos: No rompió el bloque de legisladores, impuso a su hermana en la
disputa del Frente para la Victoria, se recluyó en Roca mordiéndose los labios,
y se jugó por la nacionalización y la fidelidad kirchnerista.
Terminado el escrutinio, habló con todos. Antes hubieron
reclamos sobre la reclusión en su ciudad. Ahora todos (intendentes y
legisladores) se sintieron contenidos y escuchados. Incluso se comunicó con
Cristina Fernández de Kirchner. Pero no solo hizo llamadas. También sonó su
teléfono. Y todos los diálogos comenzaban con un “compañero, tanto tiempo,
felicitaciones”. En cercanías del intendente dicen que muchos de ellos “aún”
están en el gobierno.
Soria piensa que en octubre obtendrá más votos. Y si el FPV
mantiene la diferencia con Cambiemos, podrá quedarse con los dos escaños. Ganó
en casi toda la provincia y hasta los díscolos con su modo de conducción
aportaron sendos triunfos en sus localidades.
Pero en el macrismo se entusiasman, saben que están a poco
más de 4 mil votos de ingresar otro diputado. ¿Podrá? La lógica de las PASO -si
es que eso existe- indica que los resultados se repiten y se amplían los votos
del ganador. Por lo que deberán redoblar el esfuerzo. En ese sentido ya
anuncian la llegada a Río Negro de los “tanques” nacionales, como Marcos Peña y
Elisa Carrió, para apuntalar a Lorena Matzen.
El partido del presidente Mauricio Macri no estaba conformado
en esta provincia hasta hace dos años. En ese tiempo sumó un diputado nacional,
intendentes, concejales, legisladores, funcionarios en los organismos
nacionales y quiere ir por otro sitio en el Congreso.
Sin embargo, la lucha para lograrlo no será con el FPV, sinó
con Juntos Somos Río Negro. El macrismo ganó solo dos ciudades: Darwin y
Guardia Mitre; cayó tres puntos (de 22 a 19%) desde 2015 a las PASO y perdió en
el resto de los municipios que gobierna, especialmente Cipolletti y Viedma.
El gobierno quedó a tan solo un punto, y espera revertirlo.
Mira los votos del macrismo y piensa de dónde obtener más adhesiones. Pero… eso
es posible?
Algunos integrantes de Juntos creen que no. Y hasta
vaticinan una derrota peor. Aseguran que se potenciará la grieta que quisieron
saltar y octubre se polarizará aún más entre macrismo y kirchnerismo. A la luz
de los resultados, lamentan que no haya prosperado la idea de no participar en
las PASO, un rumor que corrió fuerte el primer semestre en la política
rionegrina, basado en la estrategia que les había dado resultado: sólo competir
donde es posible.
Sin embargo hay otros que sí creen que se puede remontar.
Para ello enumeran: hay que enterrar definitivamente el proyecto de la central
nuclear, desactivar la idea de la reforma constitucional y cambiar el gabinete.
Esa estrategia está basada en que además de la nacionalización, la elección
tuvo un componente de “castigo” al gobierno de Alberto Weretilneck.
El primer factor es la usina. Los datos hablan solos: en los
sitios donde estuvo la idea de emplazarla, la gente votó en contra. En Viedma
JSRN salió cuarto; en Sierra Grande -donde su intendente pidió a gritos la
planta- el que quedó último fue Cambiemos y en San Antonio, el oficialismo
salvó la ropa porque su legisladora, Marilyn Gemigniani, se opuso a la energía
nuclear. Allí Juntos, salió segundo.
La reforma quedó virtualmente sepultada. Muchos rionegrinos
entendieron que un proceso de perpetuidad en el poder no es bueno.
Y la administración, es mala. Desde hace varios meses
Weretilneck tiene sondeos (que le hace la consultora ECO) donde su imagen está
despegada del gobierno. La valoración positiva del rionegrino es a la tarea del
gobernador de caminar la provincia y el contacto individual con el vecino. Pero
le reclama políticas públicas. Sus ministros están deslucidos y no hay rumbo.
El pragmatismo es el valor esencial y todos aprendieron a no hacer olas y
mantener un buen sueldo. Las consecuencias, están a la vista.
Se podrían enumerar otras razones de la derrota como la
actuación errática del gobierno cuando se produjo la desaparición y el
posterior asesinato del policía Lucas Muñoz, en Bariloche, o el excesivo
legalismo (traducido a protección) en el caso de Rubén López. Pero lo cierto es
que el mensaje fue inapelable y está sólo en manos del oficialismo poder
revertirlo, si quiere llegar a octubre con expectativas.
Toda la semana se apuntaló la versión de un operativo
cerrojo de parte de Cambiemos a JSRN. La especie indicaba que la derrota
condicionaba a Weretilneck y quedaría obligado a un acercamiento con la Casa
Rosada. Por lo tanto, se podría producir un gobierno de coalición. Fue
desechado de plano por ambas parte. Al menos hasta octubre.
Ahora resta saber de dónde sacarán votos Cambiemos y Juntos.
Unos con la intención de alcanzar una banca, y otros de salir segundos y evitar
una derrota más profunda aún.
Magdalena Odarda quedó cuarta. Hizo buenas elecciones donde
caló su discurso ambientalista y contra la central nuclear. Y alentó a los
rionegrinos a que la acompañen: con 20 mil votos antinucleares más, llegaremos
al Congreso. Difícil.
Pero si en la elección de octubre se profundiza la
nacionalización y la polarización, Cambiemos tiene más chances. Aún, cuando
Macri no logre romper el 70% de imagen negativa en Río Negro, ya que puede
explorar en un 30% que, por los resultados de las PASO, son fundamentales.
De todos modos, eso corresponde al futuro. En el plano
actual, las PASO demostró que el oficialismo es vulnerable. Y no solo el
conjunto, también lo es Weretilneck. No supo leer la realidad y la influencia
del círculo rojo (“el entorno”) fue mala consejera. Se aisló. Y después de
ganar con el 52% de los votos, creyó -o le hicieron creer-
que no se necesitaba más que a los propios. Además,
subestimó el impacto del proyecto de la central nuclear, no calculó el costo de
su cercanía con Macri, pifió con la elección del candidato y no se dio cuenta
que socavó su propio discurso.
Ahora, la capacidad de acuerdo que tenía en el Parlamento
quedó acotada, varios gremios comenzarán a peronizarse, se abre (salvo que se
recupere en octubre) una diáspora y se profundizará la propia grieta en el
oficialismo, que tiene como ejes la jefatura del bloque y la presidencia de la
Legislatura.
La tarea que tiene el gobernador por delante es ardua. No
comenzó bien criticando a empleados públicos y menospreciando el triunfo del
FPV diciendo “no creo que la sociedad haya votado a favor de La Cámpora”, frase
que dijo en el Alto Valle y repitió en Bariloche. Pero está a tiempo. Tan solo
lo separa un punto de Cambiemos.
Un dirigente oficialista, haciendo una reflexión sobre el
sesgo personalista que tomó el gobierno, evaluó: “De Weretilneck depende el
triunfo, y también la derrota”.
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