“SÓLO TOMÉ CERVEZA
CASERA” DIJO IBARRA Y ASEGURÓ QUE EL AUTO ES SUYO PERO EN EL BOLSÓN SE LO DEVOLVIERON
POR SER “OFICIAL”
La infracción y posterior secuestro del vehículo que
conducía el intendente de Lago Puelo, Raúl Ibarra, deja un amargo sabor y pone
en tela de juicio la actuación de los hombres de la política, quienes deberían
ser ejemplo ante los postulados que ellos mismos pregonan cuando se trata de
temas sensibles para la sociedad. Sobre todo, la conducción de vehículos luego
de la ingesta de alcohol. Miles de víctimas muertas en accidentes viales por
conductores alcoholizados, dejaron el saldo del dolor de familiares que siguen reclamando
justicia.
Los hombres del poder político, cuando incurren en este tipo
de infracciones, tienden a minimizar la situación aunque la primera actitud es
la de descalificar a quien le impone el control cumpliendo con el rol en base
de las normativas y leyes vigentes. Ocurre en un país donde la anomia es la
regla.
Sin embargo, al decir de Ibarra en los medios de prensa
regionales, habría “naturalizado” la situación llevándola a la más mínima excusa
de “no pensaba manejar”, o “tomé una cerveza casera en una reunión familiar”, o
decir que “estaba en plenitud de mis facultades”. Justificaciones inválidas,
dichas por un mandatario.
El viernes por la noche, luego de un control de tránsito en
la calle Moreno y Dorrego, al mandatario puelense le secuestraron el automóvil Chevrolet
que conducía y tras el test de alcoholemia, que arrojó 0.93 gramos por litro de
alcohol en sangre, le secuestraron el automóvil. La situación fue tensa.
Discordante con la acción de los inspectores.
Es obvio que lo primero que un infractor tiende es a desmentir
la información mimetizando la situación, como en este caso alegando “que no
pensaba manejar” y “que sólo había tomado cerveza en una reunión personal”,
aclarando que: “Estaba en plenitud de mis facultades”, se habría justificado
ante los periodistas el intendente Ibarra.
El alcoholímetro le detectó el doble de lo permitido (Cabe señalar
que la municipalidad de El Bolsón aun no adhirió a la reciente aprobación de la
Ley provincial de “alcohol cero al momento de conducir por rutas rionegrinas”)
y el control actuó de acuerdo al protocolo de procedimientos.
A partir de allí, surgieron interrogantes sobre este hecho
en particular, que dejó un tendal de sospechas sobre el coche secuestrado,
ingresado al patio municipal y posteriormente restituido pese a ser sábado: “El
vehículo es mío, no es de la Municipalidad” había señalado Ibarra.
El automotor fue retirado ese día por la mañana, horas después
del secuestro ¿Existe para un infractor común esa posibilidad de retirar el vehículo
sin los descargos correspondientes ante la Justicia de Faltas, que no
interviene si no el primer día hábil? O Más
aún ¿Cómo y dónde se paga la infracción un sábado a la mañana? O bien ¿Quién y
por qué se ordenó la entrega del vehículo?
Desde la municipalidad local se indicó que el vehículo no
presentaba irregularidad y que se hallaba afectado “al traslado oficial de una embajada
municipal el día sábado”. Que la Jueza de Faltas de la Municipalidad de El
Bolsón, “no tuvo ningún tipo de intervención en este caso puntual”. Se dijo ante la consulta de Limite42 que “el vehículo
fue entregado a un tercero autorizado para conducirlo”.
Ahora sí, el coche era
oficial, cuando durante la infracción el propio intendente Ibarra dijo que el
coche es suyo, “personal”.
Faltaría saber si se pagará en costo de la infracción y del
acarreo. También saber quién ordenó la entrega del vehículo y por qué razón una
autoridad de gobierno tomó esa decisión.
Sería sano que los hombres del poder político dejaran de
tapar realidades que hablan por sí mismas.
El caso del intendente de Lago Puelo es el detonante por la
jerarquía que implica. Sin embargo, infracciones cometidas por personas ligadas
a la política no siempre salieron a la luz. Lo triste, la descalificación que algunos
suelen descargar sobre quienes cumplen la amarga e ingrata tarea de hacerles
sentir la falta cometida. Deberían disculparse públicamente, reconociendo el
error. Porque la pena queda adentro de la persona, en este caso de una
trabajadora municipal, mientras que el infractor, continúa por la vida sin
reparos.
Ángel Morales #Limite42
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