EL PAPA LAVÓ LOS PIES DE DOCE PRESOS DE
UN PENAL ROMANO
El papa Francisco acudió este Jueves Santo a la cárcel
Regina Coeli, de las afueras de Roma, donde presidió la misa de la Cena del
Señor y realizó el lavatorio de los pies a doce internos, entre ellos dos
musulmanes, un ortodoxo y un budista. El pontífice advirtió que la pena de muerte
“no es humana ni cristiana” y anunció que deberá someterse a una operación de
cataratas en 2019.
El papa Francisco acudió este Jueves Santo a la cárcel
Regina Coeli, de las afueras de Roma, donde presidió la misa de la Cena del
Señor y realizó el lavatorio de los pies a doce internos, repitiendo el gesto
servicial de Jesucristo con los apóstoles.
Los detenidos elegidos para el rito provienen de siete
países: cuatro italianos, dos filipinos, dos marroquíes, un moldavo, un
colombiano, un nigeriano, y uno de Sierra Leona. Ocho de ellos de religión
católica, un ortodoxo, un budista y dos musulmanes.
En la homilía, el pontífice se refirió al pasaje evangélico
que narra el lavatorio de los pies a los apóstoles, y destacó que con esa
“trabajo de esclavo" Cristo quiso “darnos un ejemplo de cómo debemos
servirnos los unos a los otros".
“En el ingreso de las casas estaban los esclavos que lavaban
los pies. Era un trabajo de esclavos pero era un servicio, hecho por los
esclavos. Jesús quiso hacer este servicio para darnos un ejemplo de cómo
nosotros tenemos que servirnos los unos a los otros”, sostuvo.
“El que quiera ser grande, que se haga servidor. El jefe de
ustedes debe ser su servidor. Jesús revierte la costumbre sólida y cultural de
aquella época y también la de hoy. El que manda debe ser un bravo jefe, sea
donde sea, debe servir”, indicó.
Y añadió: “Pienso muchas veces – no en este tiempo porque
cada uno está vivo todavía y tiene la oportunidad de cambiar vida y no podemos
juzgar – pero pensemos en la historia: si tantos reyes, emperadores, jefes de
estado hubieran entendido esta enseñanza de Jesús y en vez de dominar, ser
crueles, matar gente, hubieran hecho esto: ¡cuántas guerras se hubieran
evitado!”
En la visita, de carácter privado, el Papa mantuvo un
encuentro con los reclusos que por distintas dolencias permanecen en la
enfermería y luego se dirigió a la “Rotonda”, donde celebró la Eucaristía.
“Cada pena debe estar abierta al horizonte de la esperanza.
Por esto no es humana ni cristiana la pena de muerta. Cada pena debe ser
abierta a la esperanza, a la reinserción", dijo el pontífice ante los
presos y funcionarios penitenciarios.
Como recuerdo, el Papa deja como don el altar sobre el que
celebró la misa, una obra en bronce del escultor Fiorenzo Bacci de Porcia, que
fue donada al Santo Padre durante la audiencia general del 12 de noviembre de
2016.
Francisco mantuvo luego otro encuentro con reclusos de la
Sección VIII, donde reveló que deberá someterse a una operación de cataratas en
2019.
“A mi edad, por ejemplo, tenés cataratas y no ves bien la
realidad”, dijo, y agregó: “El año que viene tendremos que hacer la operación”.
La misa de la Cena del Señor en el Centro Penitenciario
Regina Coeli, sucede a las presididas por Francisco en la cárcel de Paliano en
2017, en C.A.R.A. de Castel Novo de Porto en 2016, en la cárcel de Rebibbia en
2015, en la Fundación Don Gnocchi en 2014 y en la Cárcel de menores de Casal
del Marmo.
Texto de la homilía
Jesús termina su discurso diciendo: « Porque os he dado
ejemplo, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis». Lavar los
pies. Los pies en aquel tiempo eran lavados por los esclavos. Era un trabajo de
los esclavos. La gente recorría las calles, no había asfalto, no había
“sampietrini”; en aquel tiempo había polvo en el camino y la gente se ensuciaba
los pies. Y en el ingreso de las casas estaban los esclavos que lavaban los
pies. Era un trabajo de esclavos pero era un servicio: un servicio hecho por
los esclavos. Jesús quiso hacer este servicio para darnos un ejemplo de cómo
nosotros tenemos que servirnos los unos a los otros.
Una vez, cuando estaban en camino, dos de los discípulos que
querían hacer carrera, pidieron a Jesús ocupar los puestos importantes, uno a
su derecha y el otro a la izquierda, (cfr. Mc 10,35-45). Jesús los miró con
amor -Jesús siempre miraba con amor - y les dijo: «No saben lo que piden». Los
jefes de las naciones – dice Jesús – “dominan a las naciones como si fueran sus
dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad” (v.48) Pensemos, en
aquella época de los reyes, emperadores, muchos crueles, que se hacían servir
por los esclavos. Entre ustedes – dice Jesús - no debe ser así: el que quiera
ser grande, que se haga servidor. El jefe vuestro debe ser vuestro servidor.
Jesús revierte la costumbre sólida y cultural de aquella época y también la de
hoy. El que manda debe ser un bravo jefe, sea donde sea, debe servir.
Pienso muchas veces – no en este tiempo porque cada uno está
vivo todavía y tiene la oportunidad de cambiar vida y no podemos juzgar – pero
pensemos en la historia: si tantos reyes, emperadores, jefes de estado hubieran
entendido esta enseñanza de Jesús y en vez de dominar, ser crueles, matar
gente, hubieran hecho esto: ¡cuántas guerras se hubieran evitado! El servicio:
de verdad que hay gente que no facilita esta actitud, gente soberbia, gente
odiosa, gente que tal vez nos desea el mal; pero nosotros estamos llamados a
servirlos aún más. Y también hay gente que sufre, que está descartada por la
sociedad, al menos por un tiempo, y Jesús va allí para decirles “tú eres
importante para mí. Jesus viene a servirnos, y la señal que Jesús nos sirve hoy
aquí, en la cárcel de Regina Coeli, es que ha querido elegir a doce de ustedes
para lavarles los pies. Jesús arriesga por cada uno de nosotros. Jesús no se
llama Poncio Pilato, no sabe “lavarse las manos”, sabe sólo arriesgar. Miren
esta imagen tan bella: Jesús, inclinado entre las espinas, arriesgando herirse
para agarrar a la oveja perdida. Hoy yo, que soy pecador como ustedes, pero que
represento a Jesús, soy embajador de Jesús. Hoy cuando me incline ante cada uno
de ustedes piensen: “Jesús ha arriesgado en este hombre, un pecador, para venir
a verme y decirme que me ama”. Éste es el servicio, éste es Jesús: no nos
abandona nunca, nunca se cansa de perdonar, nos ama tanto. ¡Miren como arriesga
Jesús!
Y así, con este sentimiento, vamos adelante en esta
ceremonia que es simbólica. Antes de darnos su Cuerpo y su Sangre, Jesús se
arriesga por cada uno de nosotros, y arriesga en el servicio porque nos ama
tanto.+
AICA
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